Comentario
Fuera de las grandes mansiones que acabamos de describir, la ciudad es una mezcla abigarrada de viviendas, divididas en barrios con sus propias leyes y autoridades -los comisarios franceses, los alcaldes de barrio, españoles...- para su mejor gobernación. Estas otras construcciones dan aún menos oportunidades a la privacidad. Suelen poseer varias alturas, todas habitadas y comunicadas por una o varias escaleras con ventanas. Las habitaciones dan a descansillos. Los pisos principales -del primero al cuarto- se reservan a familias burguesas y de clase media, el bajo lo ocupa una tienda o taller, a medio camino entre el espacio interior y el exterior, cuyos aprendices y empleados se alojan en el entresuelo o en los desvanes, con frecuencia propiedad del mismo maestro o comerciante que se los arrienda. Cada habitación acoge a varias personas que duermen en jergones utilizados, además, para guardar el dinero que a duras penas consiguen reunir.